viernes, 5 de septiembre de 2014

REFLEXION: "LEY PECADO Y AMOR"


Históricamente, la iglesia protestante y evangélica siempre predicó la vigencia de la ley. Solo las sectas creían que la ley había sido abolida en la cruz. Pero desde el surgimiento del dispensacionalismo, con la separación de la dispensación de la ley y de la gracia, son cada vez más los evangélicos que creen en la abolición de la ley para el cristiano convertido. Pero sin ley no hay amor, salvación ni evangelio.


 Sin ley no hay evangelio, ya que por la ley es el conocimiento del pecado (Romanos 3:20) , donde no hay ley no hay transgresión (romanos 4:15) pues pecado es infringir la ley (1º Juan 3:4). Sin ley no hay pecado, sin pecado no es necesara la salvación y Jesún murió en vano. Por eso que Pablo para poder presentar la salvación en Romanos tuvo que primero condenar a todo el mundo por medio de la ley. Tanto Pablo (Romanos 2:13) como Jesús (Mateo 19:17) enseñan que solo los que presentan una vida de perfecta obediencia a la ley podran llegar al cielo. Pero ambos coinciden que esa vida solo se obtiene por fe en aquel que vivió esa vida de perfecta obediencia en mi lugar. Presentando por fe los méritos de Cristo en lugar de los míos puedo ofrecer al Padre esa vida de perfecta obediencia a la Ley que se me exige para ser salvo. De esta forma la fe confirma la ley (Romanos 3:31). Entonces, si sabemos que nada menos que una vida de perfecta obediencia a la ley se nos exige para ser salvos y dado que esa vida de perfecta obediencia a la ley Cristo la consiguió para nosotros a costa de su propia vida ¿Cual debe ser nuestra actitud hacia la ley? Decir que la ley me condena, que la vida de obediencia de Cristo me salva y que luego no importa la ley no es ser consecuente con lo que creo. 
Por otro lado, nuestra mentalidad grecoromana moldeada por la cultura secular del siglo XXI nos hace separar las cosas (o la ley o el amor). La Biblia fue escrita con mentalidad hebrea con una visión integral de las cosas. En consecuencia la ley y el amor no son antagónicos sino complementarios: No se puede amar sin guardar la ley ni se puede guardar la ley sin amar. El amor, lejos de abolir la ley la confirma ya que solo el que ama cumple la ley (Romanos 13:10). En otras palabras ¡NO PUEDO AMAR A DIOS CON TODO EL CORAZÓN MENTE, CUERPO Y ALMA SI NO GUARDO LOS PRIMEROS 4 MANDAMIENTOS, NI PUEDO AMAR A MI PRÓJIMO COMO A MÍ MISMO SI NO GUARDO LOS SIGUIENTES 6.!
En el otro extremo de los que separan la ley y el amor están los que, tal vez por un sincero celo, enfatizan la ley por sobre el amor. Estos no entienden que sin amor es imposible guardar la ley. El amor nos da el criterio que nos permite aplicar los principios de la ley en todo tiempo y a cada circunstancia, sin el criterio del amor, la ley se convierte en letra pesada y nosotros en inflexibles legalistas condenatorios. Asi que ¡NO PUEDO AGRADAR A DIOS NI HACER SU VOLUNTAD EXPRESADA EN SU LEY SI NO LO AMO, COMO TAMPOCO PUEDO OBSERVAR LAS LEYES HACIA MI PRÓJIMO SI NO LO AMO!

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